Cada año vamos a la península dos veces. La primera, antes de la vendimia y la segunda, después.

Antes de la vendimia vamos a ver las viñas y a comunicar a nuestros enólogos y proveedores como queremos que nos elaboren el vino, consiguiendo de esta forma un vino totalmente personalizado.

Estos vinos que nos elaboran no son coupages sino vinos monovarietales como el tempranillo, garnacha, sirá, merlot, sauvignon blanc, macabeo, airén.

Buscamos vinos suaves al paladar, con una acidez equilibrada, intensidad de color media-alta y graduaciones entre 13 y 14 grados de alcohol para tintos y rosados y de 12 a 13 grados para los blancos.

Una vez acabada la elaboración, volvemos a la península a probar los distintos depósitos justo después de la fermentación maloláctica. Elegimos los depósitos que más nos gustan, puesto a que de una misma variedad hay diferencias y las uvas provienen de distintas parcelas o de diferente viticultor. La elección de los depósitos que vamos adquiriendo es la clave.

Después está la importancia de hacer los coupages. Los hacemos en nuestras instalaciones con los vinos monovarietales. Adecuamos los porcentajes ya que de un año a otro pueden variar.